21 noviembre 2007

TIS-SA-ACK (Half Dome 1968-69) Part II

Don Peterson limpiando uno delos largos durante la apertura



Peterson:
Robbins estaba bastante orgulloso de cómo le iba quedando la burilada, y se jactaba de ello según abría el largo. Le pasé en estribos por la reunión, y tiré hasta lo que Robbins llamó la Twilight Ledge (Repisa del Crepúsculo). A la mañana siguiente se tiró mucho tiempo abriendo, y acabé bastante ansioso cuando terminó. Señor!...¿Sería así el resto de la escalada?

Robbins:
Sobre nosotros se alzaba una engañosa fisura unos 12cm de ancho. Don subió hasta su altura y me dijo si quería probarla. A lo que contesté que no iba a pasar nada por probarla, pero no habría podido superarla sin ayuda de un buril, y no teníamos buriles de reserva. Así que durante al menos una hora estuve jugando con unas bong colocadas longitudinalmente, y con otras de 10cm agrandadas con uves de 2,5cm introducidas por los agujeros laterales de estas. Fue algo muy desagradable, y ,si algo saltara, iría directo a Don. Acabé el largo con unos temblores fuera de lo normal, y pude llegar a la Sunset Ledge. Cuando Don llegó a la reunión, me sentí bastante reconfortado cuando dijo que el creía que no lo podría haber hecho. Quizá ahora se relajara bastante la tensión que existía entre nosotros. Seguramente le hubiera gustado oírme decirle que seguro que hubiera sido capaz, pero no era plan de perder aquel punto a mi favor.


Peterson:
Era una repisa bastante buena, y estábamos más o menos a mitad de pared. En teoría me tocaba tirar a mi de primero, pero subió Royal ya que había que burilar en diagonal toda una sección de roca lisa. A la mañana siguiente completé la burilada, y clavé una gran laja suelta, completando con un buril para reunión, y asegurando desde estribos la subida de Robbins. Cuando él llegaba a la reunión, se arrancaron como cuatro o cinco clavijas, solo de la tensión de la cuerda.


Robbins:
Lo primero que hice según llegué a la reu fue colocar un buril más. Desde donde Don me aseguraba se veía otra de esas viles fisuras de 12cm de anchura, demasiado anchas para nuestras clavijas, y demasiado estrechas para empotrar el cuerpo en ellas. Y me tocó comerme otra batalla extrema, luchando y trillando desesperadamente en aquella estrecha fisura desplomada. Las cicatrices de aquello me duraron cuatro meses. En lo alto de la laja coloqué varios buriles y clavé otra fina laja horizontal. De las siete que coloqué, cuatro se salieron antes de acabar. Pero con dos buenos buriles de reunión, y un vivac colgado, me sentí seguro y preparado para los últimos 250m de escalada.
Don quiso probar la fisura empotrando, y solo porque yo comenté que debía ser lo más duro que yo había hecho en libre en pared. Pero le dije que no teníamos tiempo para eso. Y con eso me alivié, ya que si lo hubiera subido corriendo y lo hubiera contado al bajar, ¿que?...Pero que demonios, eso podía ocurrir en la siguiente ascensión, así que me gustaba más dejarle esa reputación a la vía, aunque solo fuera durante un año…



Peterson:
Llegados a ese punto yo no me encontraba demasiado feliz. Robbins había necesitado todo un día para un solo largo. No veía el momento de terminar la vía. Sabía que tendría que esperar mientras burilaba, pero me estaba ya reventando de estar allí. Notaba que yo lo habría hecho más rápido. Y estábamos gastando demasiados bolts, para toda la enorme sección lisa que aún nos quedaba. ¿Que pasaría si no nos llegaran?. Y lo único que se le ocurría decir a Robbins era que siempre quedaría la retirada…No creía que lo fuéramos a conseguir. Nunca en mi vida había ido tan lento en una escalada.


Robbins:
Odiaba tener que burilar todo aquello. Y más con aquellas brocas extra largas, que era lo único que conseguimos in extremis. Me estaba fundiendo literalmente a burilar, y desde abajo siempre llegaban los mismas quejas y protestas, con comentarios como “Todo esto es una puta mierda!”. Me parecía que estaba luchando contra dos oponentes: la pared y Peterson. Me había acostumbrado a esperar un problema al más mínimo de mis errores, como el de no escoger a la primera la clavija adecuada, u olvidarme el cordino auxiliar del petate. Me estaba empezando a sentir como un incompetente. Era una experiencia nueva eso de escalar con alguien que no se corta un pelo en transmitirte todos sus desánimos. Estaba sereno pero aterrado por la oscura pasión de Peterson por no cortarse en echar constantemente mierda hacia fuera. Habría sido mucho más saludable responderle “Que te jodan, Peterson!” cada vez que me hubiera sentido despreciado, real o imaginariamente. Ganas no me faltaban. Las cosas que yo le llamaba a Don eran mucho más duras, pero lo hacía manteniendo la boca cerrada.



Peterson:
La quinta mañana tuve que utilizar tres nuevos buriles para superar otra fisura desplomada de las anchas. Cuando la resolví, pude escalar unos treinta metros en libre, la mitad de ellos por el interior de una gran laja. Después vinieron otros tres largos muy directos, y tras un tramo de buriles, llegamos a una buena repisa. Desde allí, una rampa nos llevaba a una gran zona muy lisa, que daría a cumbre. Esa noche se nos heló el agua, y por la mañana tiré por la rampa hasta un nicho muy pequeño. El muro liso estaba a unos nueve metros de mí. Y parecía francamente malo.

En el L21


Robbins:
Según avanzaba clavando hacia la zona lisa, me iba remordiendo la conciencia los cerca de treinta buriles que llevábamos. Algunos los habíamos usado y reciclado, así que apenas valían para nada. Pero habíamos llegado muy alto como para descender. Esas macro-brocas eran asesinas, pero tenía tres más de tipo Rawl, y las usé para comenzar las perforaciones. Eran extremadamente frágiles, pero pronto me di cuenta de que una broca Rawl rota trabaja bastante bien, y si no se rompían como debían, yo las retocaba con la maza. Aun así me estaba reservando tres pequeños buriladores Star para el final. Pero no llegué demasiado lejos ese día. Usé por siete veces una misma broca, y finalmente la descarté… Don pasó la noche refunfuñando en su pequeña cueva, mientras yo dormía en una hamaca. El tiempo, que estaba siendo amenazante, se mantuvo bastante. El día siguiente fue un tormento. A veces tardaba más de una hora en poner un solo buril. Cuando no estaba burilando, apoyaba la cabeza en la pared, con gran desesperación y auto compasión. Y siempre con aquellos indicios de electrificación en las cuerdas que distraía mi conciencia de pensar en que Peterson debía estar volviéndose loco. Pobre Peterson, pero también pobre de mí.
Junto a lo duro del trabajo, se hacía extremo psicológicamente el estar en medio de un largo de roca absolutamente lisa. Sentí haber menospreciado y descartado el uso de los “Bat-Hooks”, para meterlos en las perforaciones, en vez de buriles rotos. Yo ya estaba súper ido y pasao. Pero más que nunca. Solo quería subir. Pero no había otra cosa que hacer que no fuera lo que estábamos haciendo. Cuando Don llegó a mi reunión colgada de estribos, lo primero que dijo fue: “¡Llevo 24 horas sentado allí abajo esperando!”, …¡Eso si que es energía juvenil!; él lo había pasado mal esperando, igual que yo burilando.
Aquella tarde Don colocó algunos buriles, más rápido que yo, pero sin tanto entusiasmo.Al día siguiente aun continué yo burilando, cerca del apenas visible diedro de acceso a los desplomes de salida. Aquel borde del desplome era como un enorme imán para nosotros.


L21



Peterson:
Robbins esperaba haber escalado la pared en seis días, pero íbamos por el octavo. El burilado iba ahora bastante más deprisa, desde que Robbins usaba las brocas más pequeñas, y desde que los colocaba menos distanciados. El sistema era: colocábamos uno a conciencia, luego dos un poco peores, y luego otro a cañón desde el que nos descolgábamos para quitar los malos para colocarlos de nuevo. Robbins hizo eso como unas veinte veces. Pero Robbins raramente comentaba algo mientras abría alguno de los largos. Era como un castor construyendo una presa, lento y metódico. Por momentos sentía que iba a estallar, sentado sin poder hacer nada. Me gusta escalar. Y eso no era escalar, eso era martillear. Pero debo admitir que Robbins tiene un gran autocontrol. Es tan poco emocional como una de esas maquinas IBM.




Acabando el L21


Robbins:
Buscábamos nuestro gran imán, a la vez que el sol nos buscaba a nosotros. Don pasó a liderar ansiosamente, comenzando a clavar desde el último buril. Era una clavada bastante delicada y fina. Estirándose al máximo desde una rurp, metió una knifeblade en la peor laja descompuesta que te puedas imaginar. Parecía imposible que aquello aguantara. No daba un duro por esta progresión, pero me confundí. Y le dije que fue un maldito buen largo. Habría sido descarado no hacerlo.
Ahora estábamos en una repisa bajo el desplome de salida. Más arriba, colgada y rotando graciosamente por la brisa del atardecer, pendía una larguirucha figura humana, toda bazos y piernas. Era el artista Glen Denny. Le veía todo rodeado de un aura dorada, justo cuando iba a empezar el largo final, el del todo por el todo para alcanzar la cumbre antes del anochecer. No parecía muy lejos, pero usar dos rurp para comenzar la tirada no parecía un buen presagio. Yo iba todo lo rápido que podía, pero Don me incitaba a hacerlo aun más. La cumbre se disponía en bandas desplomadas superpuestas, en forma de ola. Algunas parecía que fueran a desprenderse al clavarlas. En una, un gancheo del cable de un fisurero, salvó de la colocación de otro buril.
Pero todo parecía salir mal según me acercaba más a la salida. Las fisuras se hacían malas, y la luz se perdía. La cuerda daba mucha guerra y las clavijas se me terminaban. Pasé la cuerda por una clavija alta justo cuando saltaba la que me sujetaba colgado. Cuando subí un poco más, aun se salió otra de las de abajo, así que allí estaba, pensando la salida en libre a oscuras, por una pendiente inclinada y lisa, mientras visualizaba el vuelo que me iba a dar, arrancándolo todo y cayendo sobre Don.
Entonces descendí y volvía a mis estribos, quité la última clavija de un tirón y comencé a clavar a los lados. Glen Denny estaba allí callado, y yo me daba cuenta de lo melodramático que me estaba poniendo, y lo percibía como desde la visión que debía tener Glen de mí. Allí buscando fisuras a oscuras con las manos, y maceándome los dedos al intentar ponerlas; y sembrando el temor en el corazón de mi compañero, pidiéndole que me mandará los buriles, mientras el se negaba…Y yo le contaba a Glen sobre la marcha, que había sido así toda la escalada!


El último largo





Traducción del libro: "The Vertical World of Yosemite" de Galen Rowell, editado en 1973

3 comentarios:

Josep Barberà. dijo...

Sin comentarios...a ver que dia lo leo.

PGB dijo...

Que gran historia y que coñazo escalar con un compañero como Peterson...

La apertura del ultimo largo debio ser apoteosica...

Ramon Maeso dijo...

Mejor solo q mal acompañado, ta claro.

pero no creo que Roby hubiera sido capaz de liderar toda la via el solito, asi que ahi quedó la via.

Aveces, creo, un poco de competividad es sana, el echo de querer ser mejor que... puede que resulte una via cardíaca i exigente per el mero echo de superar a...


salut i bones compañies

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